La novela Santa
escrita en 1903 por Federico Gamboa, es una de las obras de la literatura que
más se han adaptado al cine mexicano y ha ejercido una gran influencia en la
gran cantidad de melodramas de las mujeres que ejercen el oficio más antiguo
del mundo: la prostitución. De esta
novela que aborda la historia detrás del mundo del pecado, narrando las causas
y efectos fatales de una mujer de la vida galante, relata las ilusiones y
desilusiones de la juventud, el amor, la tragedia y el sufrimiento de una
cortesana.
La prostitución no es un oficio que pueda
escoger todo el mundo y posee elementos dramáticos con múltiples aristas. Si
bien, aún pululan por las calles de las ciudades, ejércitos de trabajadores
obligados al peligroso oficio más antiguo: el comercio carnal. Actualmente, los
tradicionales prostíbulos han evolucionado a clubes de masajistas e incluso, la
prostitución ha evolucionado a los medios electrónicos y las redes sociales.
Si realizamos una búsqueda en las redes sociales,
podremos percatarnos de cientos perfiles
de escorts
o acompañantes VIP -mujeres y hombres-, que aseguran ser “independientes” y que
“voluntariamente” han decidido ejercer la prostitución, así como agencias de
modelos que brindan servicios de acompañamiento y centros de masaje.
Precisamente, la prostitución en un mundo globalizado
ha encontrado en las redes sociales como
Facebook, Twitter y Livestream, múltiples
ventajas sobre los viejos anuncios clasificados en medios impresos. Por
ejemplo, abrir una cuenta en cualquier red social es gratis, así como anunciar
su servicio las veces que lo deseen a lo largo del día; su cuenta les da la
facultad de agregar links de sus
páginas personales, donde normalmente abunda información de sus servicios, fotos
explícitas y lo único que se necesita para acceder es un dispositivo móvil.
Si bien, la Secretaría
de Gobernación carece de facultades para monitorear, supervisar y mucho
menos prohibir esta clase de anuncios en páginas de Internet y redes sociales,
que se han convertido en territorio libre de las escorts que pregonan servicios sexuales, es evidente que explotación
sexual y trata de blancas se encuentra enquistadas. Por lo que México sigue sin cumplir los estándares mínimos para la
eliminación del delito de trata de personas, además, se siguen comprobando
casos de complicidad entre autoridades y delincuentes, según detalla el Reporte 2014 de Tráfico de Personas elaborado
por el Departamento de Estado de Estados
Unidos.
A pesar de
los esfuerzos legislativos en nuestro país, se encuentra limitada la compresión
del delito de trata de personas por
parte de algunos funcionarios mexicanos, lo que socava la lucha contra este
fenómeno delincuencial. Como ejemplo, hasta la fecha no hay un número conocido
de investigaciones o de procesos iniciados contra bandas o personas vinculadas
a este ilícito. Eso ocurre tanto en el ámbito federal y estatal, lo que pone en
duda la capacidad del gobierno para identificar con precisión a las víctimas de trata entre las poblaciones vulnerables, como los
trabajadores migrantes y de las personas que ejercen la prostitución, además de
que no se cuenta con estadísticas completas disponibles sobre el número de
víctimas de trata identificadas durante 2013, por citar un ejemplo.
Es
importante tomar medidas de seguridad y de prevención respecto a este grave
problema ya que la trata de personas genera ganancias anuales a nivel mundial
por cerca de 32 mil millones de dólares
y México lamentablemente ocupa la tercera posición en este aspecto, luego de
Tailandia y Rusia. Conforme a datos de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH), por Tabasco atraviesan alrededor de 700 mil migrantes ilegales al año, y de
ellos el 25 por ciento son secuestrados para objeto de trata de personas.
La trata
de mujeres, niñas, niños, adolescentes y jóvenes es un delito de género, el cual, representa otro segmento de la economía
informal que florece a la sombra del crimen organizado. Alrededor de 3 millones
de niños y niñas en el mundo son víctimas de explotación sexual, de los cuales cerca de 16 mil son mexicanos.
Además, cada año otro millón de niños pasan a engrosar las cifras de este
ilícito comercio, según cifras del Fondo
de las Naciones Unidas para la Infancia en México (UNICEF). En tanto, el Fondo de Población de las Naciones Unidas
calcula que hay 2 millones de niñas de entre cinco y 15 años incorporadas al
comercio sexual y 4 millones de mujeres y niñas que cada año son compradas y
vendidas para fines de matrimonio, esclavitud o prostitución.
Necesariamente,
tenemos que reflexionar que la trata de
personas es una de las peores formas de violencia que se ejerce sobre hombres, mujeres, niñas, niños,
adolescentes, y que no estamos libres de sufrir las diferentes formas de trata que
se vive en el mundo entero, que abarca
trabajo forzoso, explotación laboral,
venta de órganos de niñas y niños, violencia sexual comercial, pornografía, entre otras modalidades.
Es
evidente que la trata es un negocio
millonario, donde abrumadoramente las víctimas son mujeres y niñas que son
vejadas, maltratadas y excluidas; que tiene relación estrecha no sólo con la
explotación laboral sino principalmente con la explotación sexual de mujeres y
niñas que son traficadas, vendidas, compradas, cosificadas y donde no tienen
ninguna posibilidad real de elección. Situación que arroja, una vez más, y de
manera violenta la radiografía de sociedades jerarquizadas en que vivimos, de desvalorización
de las mujeres.
Por otra parte y tristemente, la pornografía infantil es el tercer
delito que mayores ganancias genera a grupos del crimen organizado, quienes
obtienen más de 30 mil millones de
dólares al año, apenas por debajo del narcotráfico y el tráfico y la trata
de personas.
La trata
con fines de explotación sexual es
un fenómeno específico de género, no podemos negar que si los hombres no
considerasen como un derecho evidente la compra y explotación sexual de mujeres
y menores, la prostitución y el tráfico no existirían. En este sistema de dominación
masculina donde las personas son convertidas en mercancías, la discriminación,
la desigualdad entre hombres y mujeres en el acceso a derechos y oportunidades
y estas relaciones jerarquizadas de poder traen consigo violencia contra las
mujeres, niñas y niños, adolescentes que, en muchos casos, las sitúa en manos
de redes que las trafican, las transportan, las someten, las obligan a
prostituirse, explotadas y vejadas violando sus derechos más básicos.
Los
tratantes, los traficantes de seres humanos y proxenetas se aprovechan de la
subordinación económica y social de mujeres y menores que están en busca de
mejores oportunidades de trabajo y de vida. Como dato relevante, de acuerdo con
la Oficina de las Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito (UNODC), las víctimas de las tratas de personas son
engañadas, seducidas y enamoradas por sus enganchadores quienes les ofrecen un
mejor nivel de vida, oportunidades laborales. Para someterlas recurren a la
amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al
engaño, al abuso de poder o abusan de su situación de vulnerabilidad.
Las formas de reclutamiento
de las víctimas van desde la presión de los padres, el arreglo entre padres y
traficantes, la seducción del matrimonio como promesa de felicidad frente a un violento
presente, hasta el secuestro. Así las cosas, este contexto de violencia, impunidad, corrupción y abandono gubernamental de miles de
niños, se significa como tierra fértil para llevar a cabo todas las prácticas
criminales que caracterizan la prostitución
y la pornografía infantil:
violencia, reclutamiento, traslado, control y explotación.
En
ciudades de Tabasco, se observa un
aumento en el número de jovencitas dedicadas al sexo servicio. A través de
Internet se ha tendido una red de
prostitución y pornografía, incluso al amparo de servidores públicos.
Recordemos los escándalos denunciados de redes de funcionarios pederastas, sin
embargo, existen muchos otros más que continúan impunes, revestidos como
honorables políticos, empresarios y funcionarios.
El hilo conductor que fortalece el infierno vivido
por miles de niñas, niños, adolescentes y mujeres explotados sexualmente en
nuestro país, pasa por profundos niveles de violencia intrafamiliar; continúa
con el abandono del hogar y la indigencia; la drogadicción, muchas veces como
refugio y manera de escapar de la ignominiosa
realidad; la puntilla es la prostitución
y la pornografía que alimentan los
bolsillos de criminales a cambio de la miseria de miles de seres humanos.
REFLEXIÓN
La historia de un menor de edad, un joven o una
mujer en las garras de la trata deja en claro la oscuridad en la que se
encontraba ese ser humano y la lógica criminal, no es razón para hacernos
cómplices de su explotación sexual; en
ese sentido somos los ciudadanos quienes estamos obligados a enfrentar este
problema, y la mejor manera de hacerlo es no consumir prostitución ni
pornografía. Estoy cierto que cualquier otra forma de combate tendrá menores
resultados.
E-mail: guillermoars@gmail.com
Twitter: @pumamemo
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