La
celebración del Día del Niño, es una ocasión especial para sensibilizarnos del
México y el Tabasco que queremos construir, porque definitivamente, la sociedad
no tomará buen rumbo mientras nuestras niñas, niños y jóvenes sufran violencia,
discriminación, pobreza y exclusión.
La
pobreza es una de las principales violaciones a los derechos fundamentales y
atropello directo a la dignidad humana, que afecta a nuestra infancia. Según
cifras del Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, alrededor de 21.4
millones de menores de edad, que representan la mitad de la población infantil
y adolescente en México, son pobres y enfrentan desnutrición.[1]
Otro
dato revela que el 54 por ciento de 39.2 millones de menores de dieciocho años
de edad en el país, sufren la carencia de algunos de los derechos sociales como
son educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos o
alimentación. Además, un 13 por ciento
de la población infantil, alrededor de 51.1 millones de niños viven en extrema
pobreza.
A
esto sumemos que la problemática de los menores indígenas en el país se
agudiza, en razón de que el proceso de urbanización ha excluido a millones de
niños, de los servicios vitales en las zonas rurales; siete de cada diez niños indígenas
sufren pobreza.
La
realidad de la infancia revela que padece constantemente violencia, explotación
y abuso, y corre el riesgo de ver afectado su desarrollo físico, mental y
moral. Los menores son la población más
vulnerable de vivir alguna carencia y a pesar de tener derechos reconocidos por
diversos instrumentos internacionales y por la legislación nacional, la niñez
mexicana está expuesta a la explotación sexual o laboral, por citar algunas de
las múltiples violaciones a sus derechos fundamentales.
El
problema de la niñez posee múltiples aristas y sirvan para esta referencia, también
los datos de la UNICEF sobre el maltrato infantil en México. En este orden de
ideas, nuestro país asigna únicamente el uno por ciento en presupuesto contra este
problema, lo que revela que las acciones que el Estado mexicano emprende a
favor de la niñez son insuficientes, porque innegablemente existe una relación
directa entre la inversión pública para atender a la infancia y adolescencia, y
la efectiva protección de sus derechos.
Por
ejemplo, la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha revelado que el 60 por
ciento de los niños mexicanos entre uno y catorce años son víctimas de diversas
acciones de violencia que lesionan su integridad. Otros datos de la
Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), revelan que el
gasto que el gobierno mexicano ha asignado hasta el año 2012 a la primera
infancia, es de 39 mil 600 pesos mexicanos por niño. Es decir, nuestro país
tiene un gasto público por niño menor que el promedio de la OCDE que asciende a
274 mil 700 pesos; aproximadamente una inversión siete veces menor.
Conforme
a las cifras de la OCDE, México gasta menos de uno por ciento del Producto
Interno Bruto en apoyo a familias con niños y junto con Chile y Corea, menos de
la mitad del promedio de la OCDE, de alrededor de 2.2 por ciento del PIB.
Con
estos argumentos, la propia UNICEF ha recomendado a nuestro país etiquetar los
recursos -para su seguimiento puntual y mayor transparencia en su manejo-, para
la atención de la niñez.
La
infancia mexicana reclama de las autoridades una mayor y más efectiva
vigilancia. Al mismo tiempo, de trabajar en el reconocimiento y respeto de su
derecho a la alimentación, atención médica, educación, sano esparcimiento y
desarrollo.
Por
ejemplo, el número de niños que son sometidos a explotación laboral y sexual,
va en aumento debido al crecimiento poblacional, la migración y la creciente
urbanización. Esta problemática se complica en numerosas regiones del país,
donde la infraestructura y los servicios no guardan protección con el
crecimiento urbano. Por si fuera poco, es necesario proteger de forma efectiva en
sus derechos e integridad a las niñas, niños y adolescentes de la delincuencia
organizada.
En
plano local, el gobierno estatal deberá mostrar mayor interés al tema de los
niños y jóvenes, porque precisamente en el Pacto por Tabasco, se hace hincapié
en la necesidad de ampliar las oportunidades educativas y de esparcimiento para
este sector de la población.
Por
lo expuesto, es prioritario el esfuerzo gubernamental de instrumentar políticas
públicas para proteger a la niñez y la juventud, quienes son las víctimas más
vulnerables del efecto nocivo del consumo de drogas y la delincuencia
organizada.
Estamos
ante un fenómeno de salud pública para el Estado mexicano; es un problema
serio, con implicaciones no sólo en la estructura social, también económica.
Por
tanto, es necesario un cambio radical de rumbo, ya que el crimen organizado es una inagotable fuente de empleo para niños y
jóvenes que, carentes de oportunidades de trabajo o estudio, encuentran en
estas bandas un sentido de pertenencia, una fuente de autoestima y recursos
económicos.
No hay cifras oficiales sobre el número de jóvenes involucrados en
actividades ilícitas, pero se sabe que, en su mayoría, son cooptados desde la
adolescencia temprana y suele tratarse de jóvenes que llegan a los dieciocho
años sin saber hacer otra cosa que robar, matar, intimidar o vender droga.
Señores aquí tienen una gran tarea y en Tabasco deberá construirse una
agenda que contenga acciones y políticas para combatir las adicciones, rescatar
espacios públicos, ampliar las oportunidades educativas y promover proyectos
productivos, entre otras tareas.
Temas
como el empleo, pobreza, desarrollo infantil, equidad de género y seguridad
pública, van de la mano. Por ello, es importante se fortalezcan las políticas y
programas de gobierno para mejorar el bienestar de las familias y los niños.
Es
necesario atender aquellos factores que contribuyen a la existencia de la
pobreza y la desigualdad en los niños. Pero no es sólo tarea de gobierno,
también debe ser un esfuerzo de la sociedad civil y por ello, es importante
trabajar y promover modelos innovadores que permitan que todos los niños
mexicanos crezcan sanos, felices y en paz, porque la salvaguarda de los
derechos de la infancia, es una garantía de un Estado Democrático de Derecho.
REFLEXIÓN
¿Por qué no ser niño otra vez y olvidar odios y violencia? ¿Por qué no
entretenernos con un avión de papel?
E-mail: guillermoars@gmail.com
Twitter: @pumamemo
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