TABASCO Y EL RETO DE
SU RECONVERSIÓN PRODUCTIVA
Al hablar de Tabasco y del sureste mexicano es
inevitable no abordar los temas del agua, la energía y el cambio climático. En
este contexto, la reconversión productiva de la entidad es un imperativo
impostergable, ya que el desarrollo sustentable es un problema que es urgente
atender en los tres órdenes de gobierno, pero que representa a su vez, una gran
oportunidad para explorar alternativas para el desarrollo económico, ahorrar
recursos, detonar nuestro potencial y preservar nuestros recursos naturales.
Si los próximos gobiernos no entienden esta necesidad,
no podremos trabajar por un Tabasco más competitivo y generador de empleos.
Precisamente, el agua debe ser aliada estratégica en el desarrollo de la
entidad y traducirse en justicia social, mejor calidad de vida para más
tabasqueños.
En Tabasco se requiere una política que nos permita
ser preventivos en la atención de desastres naturales y atender la conservación
de los recursos naturales. Asimismo, fortalecer la legislación vigente y
gestionar mayores recursos económicos para mejorar el manejo sustentable del
agua, de las selvas y ecosistemas, así como a la procuración de la justicia
ambiental. Pero también es necesario, que la gente tenga conciencia y cuidemos
nuestros recursos naturales y las autoridades aplicar con toda seriedad y todo
el peso de la ley, a aquellos que infrinjan las normas en esta materia.
La apuesta de Tabasco es a mayor infraestructura
hidráulica y control para aprovechar este nicho de oportunidad e impulsar la
actividad agroindustrial, no sólo en el estado sino en todo el sureste del
país.
Pero para ello, es necesario sumar esfuerzos para
multiplicar resultados, de ponernos de acuerdo más allá de colores y partidos.
De pensar en el futuro que queremos para lo más importante: Tabasco y México.
En este sentido, son importantes
las acciones que habrán de realizarse en los próximos años, para fortalecer la
gobernabilidad y dar un nuevo impulso a nuestra economía, mediante el trabajo
coordinado del gobierno del estado con los diputados -tanto federales como
estatales-, así como con todos los presidentes municipales.
Por
ello, quien encabece el gobierno de estado, deberá construir una relación
clara, firme, de respeto y entendimiento con el gobierno federal. Asimismo, con
la Comisión Federal de Electricidad deberá establecer una nueva relación de
mutuo entendimiento y un diálogo más cercano.
Allí
los legisladores federales tienen un pendiente: una tarifa de energía eléctrica
más justa para los tabasqueños. Cuya lucha sigue en pie y que para el sureste
mexicano trasciende en la demanda de mayor inversión en infraestructura
eléctrica para continuar ampliando el suministro y fortalecer las condiciones
para atraer y detonar inversiones industriales en esta región del país.
De
igual modo, para seguimos sumando esfuerzos con la Federación por el desarrollo
del estado, del sureste y de nuestro país, el próximo gobierno estatal, deberá
construir una relación más armónica y productiva con Petróleos Mexicanos
(PEMEX), ya que Tabasco no puede entenderse sin la paraestatal.
Todos
queremos que Tabasco crezca y se construya en los próximos años un clima favorable
para la inversión, pero necesariamente debemos comprender que no podemos seguir
dependiendo de PEMEX, pues cada año disminuyen los ingresos por la venta del
petróleo y con ello, las participaciones federales para Tabasco.
Para
compensar esta reducción, la austeridad, el ahorro y la recaudación han sido las
mejores herramientas para el gobierno del estado. No obstante, en la
autoevaluación y lograr un desarrollo sustentable, es imprescindible la
reconversión productiva de la entidad, con un desarrollo que se finque en el
respeto al medio ambiente y en la generación de auténticas oportunidades de
desarrollo social para nuestro estado y el sureste.
POLÍTICAS PÚBLICAS DE ADAPTACIÓN
Es urgente establecer una política pública seria sobre
el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales del estado, con el que
se apoyen proyectos y programas del orden municipal, como la conservación de
suelo y agua, la construcción de rellenos sanitarios, así como programas para
el manejo de residuos sólidos, entre otros.
El medio ambiente y el desarrollo agropecuario, se
encuentran íntimamente vinculados, pues como consecuencia de las inundaciones
en 2011, en la entidad se vieron afectadas 332 mil 961 hectáreas correspondiente
a pastizales y 10 mil 806 hectáreas en agricultura.
Sin lugar a dudas, los cambios en los patrones del
clima han trastocado los ciclos que los campesinos solían seguir. Ello afecta
los ritmos de producción y amenaza la producción de subsistencia y de temporal
del campo tabasqueño.
No sólo los agricultores en Tabasco, han sufrido estos
cambios debido a los efectos de las
inundaciones, las cuales, los han arruinado económicamente. También los
productores ganaderos sufrieron los embates de la naturaleza, pues en 2011
fueron afectadas 343 mil hectáreas en donde el 97% es ganadera.
Si a ello le añadimos, los viejos vicios del campo
mexicano como la erosión de la tierra, los precios de sus productos en caída y
los subsidios insuficientes, el futuro no resulta halagüeño.
Ahora, este sector habrá que vivir un reto insólito:
la variación del clima. Por ejemplo, las lluvias ya no son como antes, cuando
llueve, lo hace con tormentas y se presentan severas inundaciones.
Entre las inundaciones de Tabasco y las sequías del
norte del país, el reto es únicamente contrarrestar
los efectos del cambio climático que afectan la sustentabilidad y seguridad
alimentaria del país, sino modificar los esquemas productivos y buscar nuevos
mecanismos de rentabilidad, optimizando la producción.
En México y en Tabasco, habrá que
delinear una política de adaptación ante las contingencias del clima, ya que la
producción agrícola, ganadera y pecuaria, son vulnerables antes estas nuevas
condiciones y de lo contrario, si no se establecen medidas de adaptación para
la sobrevivencia de miles de productores está en riesgo.
La autonomía alimentaria de México
está en focos rojos y el problema es real, muchos de los cultivos en el país ya
no se dan, las heladas llegan tarde y arrasan las cosechas, la producción
agrícola de temporal sobrevive sin medidas de adaptación y en total
incertidumbre, los campesinos esperan ciclos agrícolas que ya no existen.
Somos vulnerables y lo seremos
más, si no cambian las políticas dirigidas al campo mexicano. Entre los datos
duros, el Centro de Expertos Woodrow Wilson, de Washington, señala que actualmente
el 40 por ciento del maíz que se consume en México proviene de los Estados
Unidos (EE.UU.) y estima que nuestro país, podría llegar a depender un 80 por
ciento de la importación de alimentos de EE.UU. y Canadá para el año 2030.
Por otra parte, el cuarto reporte
del Panel Intergubernamental en Cambio Climático de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) de 2007, pronosticó que las temperaturas globales
aumentarán entre 1.8 y cuatro grados centígrados en este siglo.
En el país el problema es claro,
no hay dirección ni coordinación para cuidar del medio ambiente sin descuidar
la producción agrícola. Por ejemplo, existe una evidente contradicción entre la
política ambiental y agrícola del gobierno federal y de las entidades
federativas, donde se requiere un entendimiento integral de todas las partes,
entre las autoridades responsables del cuidado del medio ambiente y las del
sector agropecuario.
Según el Instituto de Investigaciones
Económicas (IIE) de la UNAM, el 50 por ciento de los municipios en el país,
están o han sido afectados por el cambio climático y se calcula que 1.4
millones de hectáreas han padecido los daños provocados por las condiciones
climáticas adversas. En 2011 se perdieron 3.2 millones de toneladas de maíz,
600 mil de frijol y 60 mil cabezas de ganado y es el cambio climático el factor
decisivo en el déficit de la producción nacional de granos básicos.
Hoy la agricultura genera menos de
10% del ingreso familiar rural y el 25% de la población nacional vive en zonas
rurales. No obstante, más de 44% de la emigración a EEUU proviene del campo.
Por un lado, México pierde autonomía alimentaria y por el otro, cada vez menos
mexicanos viven de la producción del campo y emigran.
Por lo expuesto, es necesario
replantear la importancia estratégica del agro y de la autosuficiencia
alimentaria, sin descuidar la conservación del medio y la prevención de
desastres naturales. Es urgente monitorear la gravedad de este problema y
atenderlo en el corto plazo, para evitar la falta de alimentos en la nación. En
el caso de Tabasco, no sólo se requiere una nueva política de subsidio al
campo, se requiere empujar estímulos para el financiamiento en materia de
desarrollo rural.
REFLEXIÓN
De esta lectura, nuestros
representantes estatales, deberán tener capacidad de gestión e interlocución
con las autoridades federales. Para que los tabasqueños tengamos representantes
legislativos que conozcan y estén comprometidos con esta problemática y los
retos que enfrentamos en el futuro inmediato y la posibilidad de la
reconversión productiva de Tabasco.
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