viernes, 13 de julio de 2012

JUSTICIA Y DESARROLLO PARA EL SURESTE MEXICANO


TABASCO Y EL RETO DE SU RECONVERSIÓN PRODUCTIVA

Al hablar de Tabasco y del sureste mexicano es inevitable no abordar los temas del agua, la energía y el cambio climático. En este contexto, la reconversión productiva de la entidad es un imperativo impostergable, ya que el desarrollo sustentable es un problema que es urgente atender en los tres órdenes de gobierno, pero que representa a su vez, una gran oportunidad para explorar alternativas para el desarrollo económico, ahorrar recursos, detonar nuestro potencial y preservar nuestros recursos naturales.

Si los próximos gobiernos no entienden esta necesidad, no podremos trabajar por un Tabasco más competitivo y generador de empleos. Precisamente, el agua debe ser aliada estratégica en el desarrollo de la entidad y traducirse en justicia social, mejor calidad de vida para más tabasqueños.

En Tabasco se requiere una política que nos permita ser preventivos en la atención de desastres naturales y atender la conservación de los recursos naturales. Asimismo, fortalecer la legislación vigente y gestionar mayores recursos económicos para mejorar el manejo sustentable del agua, de las selvas y ecosistemas, así como a la procuración de la justicia ambiental. Pero también es necesario, que la gente tenga conciencia y cuidemos nuestros recursos naturales y las autoridades aplicar con toda seriedad y todo el peso de la ley, a aquellos que infrinjan las normas en esta materia.

La apuesta de Tabasco es a mayor infraestructura hidráulica y control para aprovechar este nicho de oportunidad e impulsar la actividad agroindustrial, no sólo en el estado sino en todo el sureste del país.

Pero para ello, es necesario sumar esfuerzos para multiplicar resultados, de ponernos de acuerdo más allá de colores y partidos. De pensar en el futuro que queremos para lo más importante: Tabasco y México.

En este sentido, son importantes las acciones que habrán de realizarse en los próximos años, para fortalecer la gobernabilidad y dar un nuevo impulso a nuestra economía, mediante el trabajo coordinado del gobierno del estado con los diputados -tanto federales como estatales-, así como con todos los presidentes municipales.

Por ello, quien encabece el gobierno de estado, deberá construir una relación clara, firme, de respeto y entendimiento con el gobierno federal. Asimismo, con la Comisión Federal de Electricidad deberá establecer una nueva relación de mutuo entendimiento y un diálogo más cercano.

Allí los legisladores federales tienen un pendiente: una tarifa de energía eléctrica más justa para los tabasqueños. Cuya lucha sigue en pie y que para el sureste mexicano trasciende en la demanda de mayor inversión en infraestructura eléctrica para continuar ampliando el suministro y fortalecer las condiciones para atraer y detonar inversiones industriales en esta región del país.

De igual modo, para seguimos sumando esfuerzos con la Federación por el desarrollo del estado, del sureste y de nuestro país, el próximo gobierno estatal, deberá construir una relación más armónica y productiva con Petróleos Mexicanos (PEMEX), ya que Tabasco no puede entenderse sin la paraestatal. 

Todos queremos que Tabasco crezca y se construya en los próximos años un clima favorable para la inversión, pero necesariamente debemos comprender que no podemos seguir dependiendo de PEMEX, pues cada año disminuyen los ingresos por la venta del petróleo y con ello, las participaciones federales para Tabasco.

Para compensar esta reducción, la austeridad, el ahorro y la recaudación han sido las mejores herramientas para el gobierno del estado. No obstante, en la autoevaluación y lograr un desarrollo sustentable, es imprescindible la reconversión productiva de la entidad, con un desarrollo que se finque en el respeto al medio ambiente y en la generación de auténticas oportunidades de desarrollo social para nuestro estado y el sureste.

POLÍTICAS PÚBLICAS DE ADAPTACIÓN

Es urgente establecer una política pública seria sobre el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales del estado, con el que se apoyen proyectos y programas del orden municipal, como la conservación de suelo y agua, la construcción de rellenos sanitarios, así como programas para el manejo de residuos sólidos, entre otros.

El medio ambiente y el desarrollo agropecuario, se encuentran íntimamente vinculados, pues como consecuencia de las inundaciones en 2011, en la entidad se vieron afectadas 332 mil 961 hectáreas correspondiente a pastizales y 10 mil 806 hectáreas en agricultura.

Sin lugar a dudas, los cambios en los patrones del clima han trastocado los ciclos que los campesinos solían seguir. Ello afecta los ritmos de producción y amenaza la producción de subsistencia y de temporal del campo tabasqueño.

No sólo los agricultores en Tabasco, han sufrido estos cambios  debido a los efectos de las inundaciones, las cuales, los han arruinado económicamente. También los productores ganaderos sufrieron los embates de la naturaleza, pues en 2011 fueron afectadas 343 mil hectáreas en donde el 97% es ganadera.

Si a ello le añadimos, los viejos vicios del campo mexicano como la erosión de la tierra, los precios de sus productos en caída y los subsidios insuficientes, el futuro no resulta halagüeño.

Ahora, este sector habrá que vivir un reto insólito: la variación del clima. Por ejemplo, las lluvias ya no son como antes, cuando llueve, lo hace con tormentas y se presentan severas inundaciones.

Entre las inundaciones de Tabasco y las sequías del norte del país, el reto es  únicamente contrarrestar los efectos del cambio climático que afectan la sustentabilidad y seguridad alimentaria del país, sino modificar los esquemas productivos y buscar nuevos mecanismos de rentabilidad, optimizando la producción.

En México y en Tabasco, habrá que delinear una política de adaptación ante las contingencias del clima, ya que la producción agrícola, ganadera y pecuaria, son vulnerables antes estas nuevas condiciones y de lo contrario, si no se establecen medidas de adaptación para la sobrevivencia de miles de productores está en riesgo.

La autonomía alimentaria de México está en focos rojos y el problema es real, muchos de los cultivos en el país ya no se dan, las heladas llegan tarde y arrasan las cosechas, la producción agrícola de temporal sobrevive sin medidas de adaptación y en total incertidumbre, los campesinos esperan ciclos agrícolas que ya no existen.

Somos vulnerables y lo seremos más, si no cambian las políticas dirigidas al campo mexicano. Entre los datos duros, el Centro de Expertos Woodrow Wilson, de Washington, señala que actualmente el 40 por ciento del maíz que se consume en México proviene de los Estados Unidos (EE.UU.) y estima que nuestro país, podría llegar a depender un 80 por ciento de la importación de alimentos de EE.UU. y Canadá para el año 2030.

Por otra parte, el cuarto reporte del Panel Intergubernamental en Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de 2007, pronosticó que las temperaturas globales aumentarán entre 1.8 y cuatro grados centígrados en este siglo.

En el país el problema es claro, no hay dirección ni coordinación para cuidar del medio ambiente sin descuidar la producción agrícola. Por ejemplo, existe una evidente contradicción entre la política ambiental y agrícola del gobierno federal y de las entidades federativas, donde se requiere un entendimiento integral de todas las partes, entre las autoridades responsables del cuidado del medio ambiente y las del sector agropecuario.

Según el Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la UNAM, el 50 por ciento de los municipios en el país, están o han sido afectados por el cambio climático y se calcula que 1.4 millones de hectáreas han padecido los daños provocados por las condiciones climáticas adversas. En 2011 se perdieron 3.2 millones de toneladas de maíz, 600 mil de frijol y 60 mil cabezas de ganado y es el cambio climático el factor decisivo en el déficit de la producción nacional de granos básicos.

Hoy la agricultura genera menos de 10% del ingreso familiar rural y el 25% de la población nacional vive en zonas rurales. No obstante, más de 44% de la emigración a EEUU proviene del campo. Por un lado, México pierde autonomía alimentaria y por el otro, cada vez menos mexicanos viven de la producción del campo y emigran.

Por lo expuesto, es necesario replantear la importancia estratégica del agro y de la autosuficiencia alimentaria, sin descuidar la conservación del medio y la prevención de desastres naturales. Es urgente monitorear la gravedad de este problema y atenderlo en el corto plazo, para evitar la falta de alimentos en la nación. En el caso de Tabasco, no sólo se requiere una nueva política de subsidio al campo, se requiere empujar estímulos para el financiamiento en materia de desarrollo rural.

REFLEXIÓN

De esta lectura, nuestros representantes estatales, deberán tener capacidad de gestión e interlocución con las autoridades federales. Para que los tabasqueños tengamos representantes legislativos que conozcan y estén comprometidos con esta problemática y los retos que enfrentamos en el futuro inmediato y la posibilidad de la reconversión productiva de Tabasco.

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