Las encuestas electorales son un método sistemático de preguntar a los electores considerados como una muestra representativa de todo el electorado, acerca de sus opiniones y actitudes sobre asuntos o tópicos particulares; constituyen una inferencia estadística de cómo está la situación electoral al momento de levantarse la encuesta; asimismo, las encuestas pueden revelar la intensidad y las razones de esas opiniones y actitudes.
Las encuestas, cuando se publican ampliamente pueden convertirse en un factor activo en la formación de la opinión que tratan de captar, de modo que las encuestas pueden erigirse en el amo de la opinión pública, y si las encuestas determinan la opinión pública, siempre existe la tentación de usarlas para influir en la misma con fines propagandísticos.
Lógicamente, las encuestas influyen en los electores que carecen de una afiliación e identificación de partido, pero que tienen acceso a los medios en los cuales se difunden. También influyen en los candidatos y coordinadores de campaña que están especialmente al tanto de las mismas y quienes las consideran como un aspecto importante para el desarrollo de la propia campaña.
Por eso los partidos y candidatos se traban en una guerra de encuestas para demostrar quién es el puntero en el favor del electorado, a pesar de que en la mayoría de los casos, no se puede concluir que está ganando porque ha aumentado en un mes dos puntos, cuando posiblemente ese mismo porcentaje representa el error estadístico de la encuesta.
Sin embargo, se hacen llegar a la prensa resultados parciales, descontextualizados o distorsionados de encuestas privadas con el objeto de tratar de manipular a la opinión pública a favor o en contra de un candidato. Se convierten así en un medio de propaganda electoral, producto de una industria sin estándares éticos.
Además, se reprocha a las encuestas ser en ocasiones el principal instrumento de los partidos políticos para fabricar candidatos a la medida de lo que la ciudadanía desea. Asimismo, las encuestas desalientan a quienes de otro modo, podrían llegar a ser excelentes candidatos cuando les asignan pocas oportunidades de ganar. De igual manera, se señala que fomentan el pragmatismo y oportunismo porque muchos políticos se dejan llevar por lo que la gente dice, más que por sus principios y la objetividad que requiere la solución de los problemas.
También las encuestas constituyen una molestia para el público e invaden su privacidad. Por correo, por teléfono o personalmente, la gente es presionada para que conteste preguntas que caen dentro de su vida privada, que violan el secreto del voto.
Sin embargo, también se argumenta que el deseo de un elector de conocer la conducta probable del electorado puede ser completamente racional, y gracias a las encuestas, puede conocer información razonablemente precisa acerca de cómo piensan los demás electores, de modo que tiene la oportunidad de entender lo que puede significar su voto antes de sufragar; que una elección no debe ser un juego de adivinanzas para los ciudadanos.
En varios países han existido intentos de legislación para regular a las encuestas, aunque en muy pocos de ellos se han promulgado medidas más allá de prohibir su publicación cercana a la jornada electoral, como en México, Francia y España. Además de su posible reglamentación, se considera que a largo plazo, la solución a este problema será la paulatina profesionalización de los realizadores de encuestas y la educación del público para evaluarlas y criticarlas.
Si bien, las encuestas se han convertido en un elemento importante para el posicionamiento de los candidatos ante el electorado, la ciudadanía no debe regirse por ellas para decidir a que partido o candidato habrá de otorgarle su voto, se debe considerar que existen otros elementos que reflejan la calidad del candidato y la forma en que se habrá de desenvolver en caso de que gane la elección, que es lo que en verdad debe interesar al electorado, soslayando si el candidato encabeza las encuestas o este se ha convertido en un producto o una imagen más de la mercadotecnia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario