A la distancia, las amplias promesas de mejoría ofrecidas por los gobiernos han sido rotundamente incumplidas y todo se remite a que las líneas básicas del libreto político se cumplan con la distribución de cuotas en los partidos políticos y a los intereses creados en los puestos públicos.
Precisamente, en Tabasco ya comenzaron los jaloneos por el reparto de cuotas en la integración del próximo gabinete del gobierno que encabezará Arturo Núñez Jiménez. En el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la pugna es por las delegaciones federales como refugio y plataforma para muchos priístas en las siguientes elecciones estatales.
El problema radica en que muchos se sienten con derecho de ostentar un cargo público y esa realidad, en negativa evolución constante revela entre muchos aspectos un montaje legal plagado de eufemismos que provocan violaciones graves de los derechos de los ciudadanos, ya sea por acción u omisión en el ejercicio del poder público; dando prueba de ello, los excesos que han cometido algunos funcionarios durante su encargo.
No obstante, que los ciudadanos nos hemos habituado a la desigualdad descomunal y a la inequidad, Tabasco a partir del primero de julio ha inaugurado una nueva etapa en su historia y los tabasqueños debemos asumir el desafío de participar organizadamente en la vida social del estado.
No es casualidad que en México, la participación cívica sea muy baja en términos generales, tal vez sea porque no sabemos organizarnos y en comparación con otros países tenemos un déficit en este rubro.
Si bien, a partir de las diferencias es posible construir normas que tengan como fin el bien común, las leyes no resuelven la ineficacia de las autoridades. Lo que urge es la acción de éstas para evitar la impunidad, porque mejorar la gobernabilidad bajo el imperio de la ley, es una asignatura pendiente y elemento indivisible para eliminar los santuarios de la corrupción.
No únicamente hacia adentro, el próximo gobierno de Tabasco está ante un problema insoluble y de grandes proporciones, esto ante el laberinto de intereses económicos y políticos, que se agudiza con los esquemas tradicionales de más ganancias privadas con mayores costos públicos y que es contrario a los principios democráticos de transparencia y bienestar común.
No es casualidad y el comentario viene a colación de que en este país gastamos mal el dinero público. Por un lado, gastamos de más en nóminas, gastos absurdos y órganos autónomos que año con año solicitan más dinero, para hacer más o menos su función.
Tabasco, paradójicamente es un estado que concentra riquezas en pocas manos y donde tenemos pocos recursos económicos para impulsar el desarrollo y el bienestar de la población. Por ejemplo, nos hemos comido los recursos petroleros y el presupuesto público se consume en salarios y otro tipo de gasto corriente. De tal manera, lo sano para la economía será gastar mejor y usar los recursos en donde sí se requiera; ahí uno de los primeros retos del próximo gobierno del estado.
Precisamente, en Tabasco ya comenzaron los jaloneos por el reparto de cuotas en la integración del próximo gabinete del gobierno que encabezará Arturo Núñez Jiménez. En el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la pugna es por las delegaciones federales como refugio y plataforma para muchos priístas en las siguientes elecciones estatales.
El problema radica en que muchos se sienten con derecho de ostentar un cargo público y esa realidad, en negativa evolución constante revela entre muchos aspectos un montaje legal plagado de eufemismos que provocan violaciones graves de los derechos de los ciudadanos, ya sea por acción u omisión en el ejercicio del poder público; dando prueba de ello, los excesos que han cometido algunos funcionarios durante su encargo.
No obstante, que los ciudadanos nos hemos habituado a la desigualdad descomunal y a la inequidad, Tabasco a partir del primero de julio ha inaugurado una nueva etapa en su historia y los tabasqueños debemos asumir el desafío de participar organizadamente en la vida social del estado.
No es casualidad que en México, la participación cívica sea muy baja en términos generales, tal vez sea porque no sabemos organizarnos y en comparación con otros países tenemos un déficit en este rubro.
Si bien, a partir de las diferencias es posible construir normas que tengan como fin el bien común, las leyes no resuelven la ineficacia de las autoridades. Lo que urge es la acción de éstas para evitar la impunidad, porque mejorar la gobernabilidad bajo el imperio de la ley, es una asignatura pendiente y elemento indivisible para eliminar los santuarios de la corrupción.
No únicamente hacia adentro, el próximo gobierno de Tabasco está ante un problema insoluble y de grandes proporciones, esto ante el laberinto de intereses económicos y políticos, que se agudiza con los esquemas tradicionales de más ganancias privadas con mayores costos públicos y que es contrario a los principios democráticos de transparencia y bienestar común.
No es casualidad y el comentario viene a colación de que en este país gastamos mal el dinero público. Por un lado, gastamos de más en nóminas, gastos absurdos y órganos autónomos que año con año solicitan más dinero, para hacer más o menos su función.
Tabasco, paradójicamente es un estado que concentra riquezas en pocas manos y donde tenemos pocos recursos económicos para impulsar el desarrollo y el bienestar de la población. Por ejemplo, nos hemos comido los recursos petroleros y el presupuesto público se consume en salarios y otro tipo de gasto corriente. De tal manera, lo sano para la economía será gastar mejor y usar los recursos en donde sí se requiera; ahí uno de los primeros retos del próximo gobierno del estado.
En este orden de ideas, también será importante definir las respuestas institucionales a problemas como inundaciones y la capacidad para atender estas eventualidades. Porque en el agua, el tema de adaptación es fundamental -tanto por las sequías como por las inundaciones-, ya que algunos patrones climáticos empiezan a cambiar y esto cuesta mucho dinero, pues hay actividades productivas inmersas en esta problemática como la agricultura y la ganadería.
Como consta a los tabasqueños, en muchas ocasiones las autoridades han sido incapaces de atender con rapidez y eficacia las solicitudes de ayuda que han hecho los ciudadanos a causa de las constantes inundaciones que en cinco años consecutivos hemos sufrido. Además, el grado de protesta, en este tipo de movimientos sociales, es proporcionalmente directo al grado de desatención e incumplimiento que las autoridades han aplicado al caso.
Tabasco, como el resto de las entidades federativas presenta tres grandes retos: 1.- La seguridad; 2.- El desarrollo económico y; 3.- La gobernabilidad bajo el imperio de la ley.
Hay muchos alicientes para creer en Tabasco y atender oportunamente nuestros problemas.
Ni aceleraciones ni aprontados, al gobernador electo Arturo Núñez le corresponderá armar su administración y designar a quienes integrarán su gabinete. Será él quien tomará las decisiones de quienes lo acompañen y no los partidos políticos, aunque deberá buscar conformar un gobierno plural e incluyente, con ciudadanos de todos los partidos e incuso con gente sin filiación partidista pero que esté dispuesta a trabajar y a dar lo mejor de sí para mejorar Tabasco.
Muchos tabasqueños estamos convencidos de que hay que trabajar duro y esforzarnos más cada día. Tabasco está en nuestras manos y no depende la solución de los problemas del estado, de la clase política, sino de lo que hagamos día con día como ciudadanos.
E-mail: guillermoars@gmail.com
Twitter: @pumamemo
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