Dicen que no hay hombres débiles, solo voluntades menguadas y
precisamente, el autor de esta sabia frase que un día su mente la expresó y su
mano la escribió, para que caminara del lado de la humanidad hasta que la
justicia divina cambiase las condiciones de este mundo, es reflejo de las
perversas complicidades de la política, que le ha permitido suplantar al Estado
en sus más nobles funciones, generando una cultura de dependencia que sedimenta
en proporción inversa la participación democrática, solidaria y responsable de
la sociedad.
No puede decirse que el tabasqueño haya vivido muy atento al quehacer de
su case política. Ni que los políticos hayan estado a la altura de su responsabilidad
moral que es elevar los indicadores de bienestar del pueblo, y más distante, la
consolidación de la democracia, el fortalecimiento del Estado de Derecho y la
cohesión social.
La realidad que vemos diariamente en cada esquina, nos debe hacer
reflexionar a la mayoría de los mexicanos que estamos secuestrados por la
caótica situación económica, social y de seguridad que se vive en el país.
La denuncia pública, no esputa sobre la cara razonamientos sociales que
intentan convertirse en derecho de piso en la ya por sí desprestigiadas
ciudades de esta nación. Esta declaración, coloca a Tabasco y sus ciudades, mortalmente
desahuciadas, nuestra patología es contagiosa y no tiene remedio.
Precisamente, Tabasco parece vive en un desahucio social y esta peste
está mermando a la máxima institución social, que es el ser humano, a pesar que
la sociedad tabasqueña aplicó una dosis en 2012, de ejercicio democrático,
libre y participativo, el cual, que se reflejó en las urnas y cuyos resultados
son conocidos por todos, en esta tierra caliente donde los ciudadanos están
secuestrados por la influencia negativa del clientelismo, los ánimos fríos y la
apatía social. ¿Cuándo cambió la historia pujante de esta ciudad y de este
estado?
Ante esta circunstancia, las autoridades democráticamente electas,
empequeñecieron y abrieron la puertas a los oportunistas sociales que se visten
de mil formas, antes críticos de la corrupción y excesos del partido en turno y
hoy echando las campanas de la pluralidad al vuelo, pero la verdad innegable es
que se han convertido en alcahuetes de un fenómeno que lleva el título de
partidocracia, disfrazada de militante de izquierda, que en absoluto nada tiene
que ver con esta corriente ideológica y política.
Somos testigos de la ausencia de liderazgos y el trabajo
político se ha centrado por generar una opinión pública dada a tumbos emotivos,
construyendo enemigos públicos bien identificados y a quien un día los veían en
televisión con beneplácito, y otro día, pedían que se le hiciera guerra. Por
ello, sirva la reflexión que mañana esto puede convertirse en una trampa de
mucho peligro para la política que quiera ser efectiva, es decir, alcanzar su
propósito que es el poder.
REFLEXIÓN
Lo grave en una sociedad es lo que no se dice, pero que todos piensan
frente a los funcionarios públicos, sean del nivel que sean y quienes muchos de
éstos, se sienten superiores a la mayoría de las “bestias” de a pie, quienes recorren
las ciudades, poblados, villas y rancherías de este gran estado, cuyos recursos
humanos se marchitan. Mientras tanto, paradójicamente los grandes recintos del
poder son testigos de las magnas disertaciones entre caballos, bueyes, mulas,
asnos y borregos. No olvidemos que los principios incorporan actitudes y
conductas.
E-mail: guillermoars@gmail.com
Twitter: @pumamemo
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