jueves, 26 de diciembre de 2013

INTELIGENCIA EMOCIONAL: NO SER VÍCTIMA DE UN JEFE TÓXICO


Protegerte de personas tóxicas y desgastantes, únicamente de ti depende


Las personas tóxicas reflejan el mundo que viven en su interior de negatividad, resentimiento, envidia, celos, crítica, frustración, baja autoestima, inseguridad, necesidad de ser reconocidos, aprobados y ser importantes. 
 
Por desgracia lo que consiguen con su actitud es justamente lo contrario y al final, las personas tienden a quedarse solos. Por ello, es importante que todos identifiquemos este tipo de emociones que son tóxicas.
 
Recuerda que, cuando estamos nerviosos nuestro cuerpo puede reaccionar de distintas maneras, que con enojo nos puede faltar el aire, la sangre corre a la cabeza y fluye la adrenalina. Con la tristeza, la decepción, el fracaso, podemos sentirnos inseguros y con ganas llorar, además de sentir un terrible agotamiento físico y mental. Precisamente, nuestros cuerpos reaccionan a las emociones en cuestión de milésimas de segundos. Por ello, protegernos de personas tóxicas y desgastantes, únicamente depende de nosotros mismos.
 
Seguramente, al leer estas líneas te vendrán rostros y nombres a la mente. 
 
¿Qué entendemos por un jefe tóxico? vamos a intentar acotar la acepción de este término lo más posible, para que ambos sepamos de qué estamos hablando.
 
Cuando hablamos de un jefe tóxico debemos referirnos a aquel que sin motivos razonables trata mal a sus empleados. 
 
Existe una distinción entre jefes tóxicos, explotadores, tiranos, o insolidarios. Se puede ser un jefe explotador o tirano sin ser tóxico, pues habitualmente existen motivos económicos para explotar o tiranizar a los empleados. 
 
Igualmente se puede ser un jefe insolidario sin ser tóxico, por ejemplo, si un jefe no permite a sus empleados tener vacaciones nunca porque estos beneficios son absolutamente para él y en este sentido, podemos decir que es un abusador, pero no precisamente tiene por qué ser tóxico, porque hay un razonamiento para su comportamiento. Este tipo de jefes generan ansiedad y estrés laboral, pero no tienen por qué ser jefes tóxicos.
 
Un jefe tóxico es aquel que trata mal a sus empleados gratuitamente, pues no existe una finalidad económica, por lo que el maltrato es el fin en sí mismo, tales como agresiones verbales, desprecios, sarcasmo despiadado, humillaciones, descalificativos, misoginia, miradas amenazantes o invasivas, exceso de indiferencia, encomendar tareas impropias del puesto o que no sirven para nada y un sinfín de acciones, por y para satisfacer su deseo de agredir a su empleado, minar su autoestima y generarle estrés y ansiedad. Es un comportamiento sádico en sí mismo, ya que el agresor disfruta haciendo daño a su víctima.
 
Es un error tratar de razonar con ellos, pues al no existir razón que justifique su actuación, al intentar razonar con ellos sólo consigues alimentar su ego, lo que es un gran error, porque al ser el empleado jerárquicamente inferior, toma represalias. Definitivamente, este tipo de jefes nunca cambiarán, pero tú si puedes cambiar y para comenzar, debemos percatarnos en sus puntos débiles, sus frustraciones, obsesiones, o incluso su patología. 
 
Este tipo de personajes son ignorantes emocionales. Esa rabia que vuelca en ti no existiría si fuera una persona satisfecha. No te sientas mal, te aseguro que una persona que tiene por hobby hacer miserable a quienes lo rodean, es porque dentro de sí mismo habita mucha miseria; así de sencillo.
 
Simplemente mejor dedica tu energía a ser feliz, en vez de frustrarte y a desarrollar tu distancia emocional de este tipo de agresores. Para ello, la meditación y la prudencia es, sin lugar a dudas la mejor práctica.
 
El objetivo de distanciarte emocionalmente de este tipo de personajes tóxicos es dejar de vivir como algo personal sus agresiones, en el caso del ámbito laboral o profesional, ya que sus desprecios no tienen que ver contigo como persona, sino con el rol que representas, para él tu rol es una potencial víctima. Es decir, si tu puesto de trabajo lo ocupara otra persona, tu jefe intentaría hacer lo mismo que hace contigo.
 
Entonces, ¿por qué la toma contigo y no con otros compañeros? Quizá sin darte cuenta, estás alimentando su ego enfermo, ¿cómo? de la siguiente manera:


1. Intentando razonar con él.


2. Mostrándote frágil o apesadumbrado delante de él.


3. Con gestos de temor o desánimo cuando estás cerca de él.


En definitiva, con cualquier detalle que le haga percibir que ha conseguido su objetivo: “contrariarte o enojarte”.

Y entonces, ¿cómo evitarlo? 

En este sentido, apreciable lector te recuerdo la importancia de practicar meditación y tener en cuenta las siguientes claves para este fin:

1. Cuando hables con él olvídate de razonar: se asertivo, claro, sencillo y conciso.

2. Aprende a mostrar calma. Si tu jefe percibe que eres vulnerable, y consigue molestarte o inquietarte se regodeará. Si él ve que sus palabras no te hieren ni perturban de manera visible, le habrás quitado su caramelito, que es el refuerzo o premio a su agresión y si eres capaz de sostener esta actitud firme y tranquila durante un tiempo, se desmotivará y buscará otros objetivos, y finalmente te dejará en paz.


Mucho ánimo y éxitos en 2014. Nunca olvides que p
rotegerte de personas tóxicas, únicamente depende de ti.



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