martes, 28 de enero de 2014

EL PACTO FISCAL


Analizando el pano­rama de la hacienda pública mexicana y los cambios recientes a la legislación fiscal, hay que considerar el hecho ineludible que en toda política fiscal debe considerarse la realidad de los contribuyentes y de ahí parte el recién anunciado pacto fiscal, que se encuentra ligado quiéranlo o no, a una recomposición de la Reforma Hacendaria en temas como la deducibilidad de las prestaciones sociales de los trabajadores, el cobro del impuesto especial a bebidas azucaradas y alimentos con alto contenido calórico y la tasa del Impuesto Sobre la Renta (ISR), entre otros.

¿Cómo puede una reforma fiscal ser eficaz en sus objetivos de recaudar más para cubrir los gastos? Una respuesta ineludible se basa en la premisa de que no se puede ser eficaz en la recaudación de ingreso tributario cuando sus fuentes de ingreso se encuentran deprimidas. Es decir, cuando los malos datos económicos son una constante en México debido a su desaceleración económica y por ello, la elaboración del pacto fiscal se constituye en una oportunidad para hacer un análisis profundo de la Reforma Hacendaria, a fin de realizar las modificaciones necesarias para aumentar la competitividad y la productividad del país.

Pero entonces, ¿quiénes serán los primeros aparentes beneficiarios de las negociaciones de este pacto fiscal? A la discusión sobre las medidas fiscales impuestas por el Ejecutivo se sumarán casi todas las cúpulas empresariales del país en busca de incentivos.

La recuperación de la deducibilidad inmediata de las inversiones, cancelar el pago de gravámenes por distribución de dividendos, además de obtener apoyos para reducir el impacto de la homologación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en las fronteras son otras de las demandas que el sector empresarial debatirá. No obstante, ¿a los ciudadanos de a pie quién los escuchará? Y ni cómo ayudarlos.

No podemos seguir construyendo un México basado en la miopía conceptual sobre el verdadero estado de los ciudadanos, lo que viven y padecen diariamente, porque aunque queramos o no, el gasto generado por el sector público ya es insostenible y es un gasto improductivo, por lo que el marco teórico de nuestra política fiscal es recaudar más para estar en posibilidades de cubrir los balances públicos.

Más gente desempleada y empleos mal remunerados, con menos ánimo porque no confían ni en la situación actual ni futura de su economía y la del país. Eso cierra un círculo vicioso cuyo resultado es una falta de crecimiento.

No hay, en el panorama económico, algo que nos permita anticipar mejores condiciones y desempeño de la economía nacional; al contrario: se antoja más obtuso el camino.

El camino que México debe seguir debe ba­sarse en su sustentabilidad, la cual se encuentra ligada a una recomposición del gasto público ne­cesario para impulsar y promover las capacidades productivas de las empresas y las familias, de tal manera que permitan generar ingresos y en con­secuencia tener efectos directos sobre el creci­miento económico del país.

 


Twitter: @pumamemo

No hay comentarios:

Publicar un comentario